La historia ha demostrado que en procesos de recuperación económica después de grandes crisis, implementan paquetes fiscales en los que destaca un factor en común: apoyo al sector construcción en su primera fase.
Todo es un ciclo, y la economía no es la excepción. El mundo ha sufrido varias crisis importantes: el Pánico de 1907 en EEUU, la Gran Depresión de 1929, la crisis petrolera de 1973, la Gran Recesión en el 2008, entre otras.
Entre si presentan similitudes como una clara demostración de repetición de patrones: se sobrevalora un mercado, creando la idea de que nunca va a caer su valor. Al final siempre ocurre lo mismo, “estalla la burbuja”, caen los precios porque no hay compradores, se contrae el crédito y empieza la crisis. A pesar de que la actual crisis tienen un matiz diferente, es importante resaltarlo porque la memoria económica es corta y sin darnos cuenta cometemos los mismos errores una y otra vez.
Pero, ¿por qué se habla de un ciclo? Porque la economía tiene etapas de contracción y expansión, como parte de un proceso normal. La contracción es indispensable para que haya una expansión. Para lograr crecimiento se atraviesa por un proceso de recuperación económica en el cual se implementan paquetes de estímulo que incluyen exenciones tributarias para auxiliar a empresas y comercios, préstamos y créditos para la construcción, flexibilizaciones de la política monetaria, entre otros.
Durante la crisis financiera de 2009, la economía global se contrajo un 2,1% según los cálculos del Banco Mundial, dejando a su paso enormes consecuencias, como desempleo y crecientes deudas públicas. Para compensar el impacto de esta situación, muchos países apostaron por la aplicación de grandes paquetes de estímulo fiscal complementados con las llamadas políticas monetarias acomodaticias.
Los países que formaban parte de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), habitualmente conocida como la élite económica mundial, aplicaron políticas de estímulo, entre las que destacaba un factor común: la apuesta por el sector de construcción como primer paso.
¿Por qué se inicia el proceso de recuperación económica por el sector de construcción?
El sector construcción, presenta un comportamiento cíclico muy similar a la economía. Es decir, este sector es el primero en caer en tiempos de recesión (Gráfico 1), pero también de los primero en activarse para la recuperación económica. Un dato que lo valida, es que la construcción posee una mano de obra 70% más sensible a las fluctuaciones de la economía en promedio que el resto de los sectores presentes en el gráfico. Lo que habla de la alta vulnerabilidad a los impactos de las recesiones.
Sin embargo, como se menciona antes, a pesar de que es el primero en caer, también es el primero que tiende al alza, razón por la cual en los paquetes de estímulo se le da prioridad a este sector y se emplea de incentivo para el resto de la economía. Tal es el caso de las políticas implementadas en el 2008 que contaron con una fuerte inversión pública en infraestructura.
¿Por qué no iniciar por exenciones tributarias?
Las exenciones tributarias tradicionalmente han sido otra de las recetas para combatir de forma temprana las crisis por la inmediatez en su aplicación, pero no son las más beneficiosos por su limitado impacto en la recuperación económica. En cambio, la promoción de medidas en el sector construcción consigue un efecto multiplicador en la economía al ser un gran generador de empleo, que apoyará la construcción de grandes obras y generará crecimiento económico.
Por su parte, las exenciones tributarias tienden a ser destinadas al ahorro porque en tiempos de alta incertidumbre, por naturaleza, los ciudadanos tienden a cuidar el flujo de caja y el consumo.
Ahora bien, con la aparición de la pandemia Covid-19, el mundo entero se vio en la obligación de cancelar todo tipo de actividades: fronteras cerradas, suspensión de actividades escolares, prohibición de aglomeraciones, cierre de locales y fábricas, principales ligas deportivas en pausa, paralización de la construcción, con el fin de preservar la salud y prevenir la rápida propagación del virus con altos niveles de contagio y evitar que colapse todo el sistema sanitario, en cuyo caso el impacto de la misma podría ser aún peor.
A pesar de ello, los esfuerzos de los principales gobiernos occidentales están orientados a restablecer el sector construcción como uno de los primeros sectores estratégicos, en la medida en la que la evolución del COVID-19 lo permita. En este sentido, España y Alemania ya han empezado a retomar dichas actividades.
Una reactivación por sectores y con capacidad de respuestas rápidas ante el repunte de contagios, podría contribuir a no empeorar las estimaciones de crecimiento recientemente dadas por el FMI (Fondo Monetario Internacional).
En la segunda semana de abril, el FMI actualizó sus proyecciones sobre la economía global en el cual se destaca una contracción de 3%, pero que esta cifra dependerá de cómo superará la enfermedad cada país. De igual forma, la cifra es 6,3% menor a lo pronosticado en enero de este año, la peor variación trimestral en sus estimaciones desde 2008.
Aunque todavía es un poco prematuro calcular las pérdidas en materia económica, la comparación con las epidemias más recientes en cuanto a cifras de personas afectadas y muertes, mucho menores a las actuales y que igualmente impactaron gravemente la economía de los países afectados, permite prever peores efectos ahora dado que coronavirus ha causado la muerte de más de 200.000 personas y ha afectado a unos 3 millones en todo el mundo.
Más allá del tema sanitario y la preocupación por la preservación de la salud, también existe una inquietud en el ambiente por la enorme contracción que causará el Coronavirus. Es por eso que los gobiernos han empezado a tomar cartas en el asunto, a través de medidas para estimular a la economía y mitigar el impacto por la paralización de la economía.
Plan de estímulo fiscal de Trump
Una muestra de la vigencia del sector construcción en las recuperaciones económicas es el plan estímulo fiscal de Trump por 2 billones de dólares, el mayor en la historia del país luego de que Estados Unidos se convirtiera en el epicentro de la pandemia y tuviera que paralizar su economía. El paquete equivale al 10% del PIB del país y es el triple de lo decretado en el 2009 tras la crisis financiera:
No obstante, luego de su decreto, el Presidente americano informó que desea activar una cuarta fase del paquete el cual estaría destinado única y exclusivamente a infraestructura, con el fin de generar empleo y aprovechar que las tasas de intereses en el país se mantendrán muy bajas.
Para que se lleve a cabo existen tres vías posibles:
- Créditos al sector de infraestructura: garantizar el otorgamiento de préstamos a la empresa privada para enfocar la atención en el sector de construcción.
- Bancos de desarrollo: se encargan de otorgar el crédito directamente al proyecto y no a la empresa, lo que los convierte en accionistas del mismo. Se le llaman bancos de desarrollo porque están destinados a desarrollar un sector de la economía con el fin de lograr crecimiento del mercado.
- Inversión pública directa en infraestructura: el estado se encarga de todo el proceso de construcción del proyecto, desde el financiamiento, hasta ejecución de la misma.
En las primeras dos vías existe el riesgo crediticio, es decir, la institución financiera corre el riesgo de tener una pérdida por el incumplimiento del pago de la contraparte. Por esta razón, los promotores abogan por la tercera vía cuando se habla en términos de recesión y recuperación económica.
Las decisiones políticas juegan un rol fundamental en esta etapa, ya que determinarán el futuro a corto y largo plazo de la economía de todo país. Una buena gestión de gobierno planifica políticas de estímulo que incluyan bajas en las tasas de intereses, bajas en las tasas de impuesto y aumento en la infraestructura promovida por créditos, bancos de desarrollo o inversión pública a fin de resguardar la seguridad de sus ciudadanos.
En la sociedad moderna es de vital importancia la prestación de servicios básicos como educación y salud que dependen y resultan imprescindibles sin la existencia de carreteras aptas, agua y electricidad. La infraestructura además aumenta la productividad, acumula capital humano y por ende genera empleo y diversifica toda la estructura. Por ello, en términos generales, es imprescindible para el crecimiento y desarrollo económico de toda nación.
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